La creciente presencia de perros asilvestrados en zonas rurales del sur de la Región de Coquimbo está provocando una grave crisis entre los crianceros, con pérdidas millonarias y una fuerte sensación de abandono por parte de las autoridades. Los sectores más afectados son la Hacienda El Tangue y Los Corrales, en El Romeral, comuna de La Serena.
En El Tangue, el gerente de la hacienda, Rubén Rojas, señaló que esta situación se arrastra desde hace al menos dos o tres años, pero ha empeorado con el tiempo. “Al principio era uno o dos perros; hoy son jaurías organizadas que atacan durante la madrugada o la noche”, explicó.
Las consecuencias son devastadoras: más de un centenar de animales han sido atacados y muertos, incluyendo ovejas, cabras y potrillos, pertenecientes a 10 a 12 familias crianceras. A pesar de múltiples denuncias ante la delegación municipal y organismos judiciales, Rojas asegura que la ley no entrega herramientas eficaces. “Solo se pueden esterilizar y luego los devuelven al mismo lugar. Es frustrante, no podemos hacer más”, comentó.
En un hecho reciente, luego de un ataque que culminó con el atropello de uno de los perros, un sujeto ingresó violentamente a una propiedad y agredió físicamente al dueño del ganado, culpándolo por la muerte del animal, a pesar de no haber sido identificado formalmente como su mascota.
La situación es igualmente alarmante en Los Corrales, El Romeral, donde al menos tres episodios de ataques recientes han dejado decenas de animales muertos, como cabras preñadas, conejos y gallinas. Uno de los casos más dramáticos es el de Camila Barra, emprendedora que perdió 24 cabras preñadas con las que proyectaba iniciar una pequeña quesería. “Fue devastador. Era nuestro sustento. Todo se perdió en una noche”, lamentó.
Pese a la gravedad de los hechos, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) indicó que no se han ingresado denuncias formales, aunque reconocen que el 31 % de los ataques al ganado en la región son provocados por perros asilvestrados.
Ambas comunidades claman por una intervención urgente de las autoridades. La combinación de vacíos legales, falta de fiscalización y abandono de mascotas ha convertido esta problemática en una amenaza constante para la seguridad rural y la economía campesina.