Debemos anticiparnos a lo que prácticamente es un hecho, el cambio climático y la reducción en las precipitaciones; una gran preocupación en la última década, las cuales han disminuido y que seguirán . Es el momento de actuar y no seguir esperando de lo contrario estaremos hipotecando el futuro de nuestros hijos, del ecosistema y el del desarrollo económico en todas las actividades que necesitan del apoyo hídrico.
La humanidad, debido al desarrollo y crecimiento, ha llegado a un punto en que el agua es un recurso escaso y vital. De la totalidad de agua que hay en el mundo, el 97% es agua salada y sólo el 3% es agua dulce. De éstas, dos tercios no son accesibles para el hombre puesto que se encuentran en glaciares, hielos eternos y nieves; es decir, sólo el 1% del agua en el mundo es dulce y está disponible para el ser humano, lo cual explica su escasez y la necesidad de hacer eficiente su uso.
Se estima que para el año 2030, a nivel mundial, tendremos un déficit hídrico del 40%. En este escenario gravísimo, Chile se encuentra en el lugar 30 de países más afectados por la sequía y número 1 en Latinoamérica. Desde hace más de 11 años que nuestro país enfrenta una mega sequía y actualmente el 72% del territorio nacional está afectado en algún grado.
Preocupación está causando un estudio realizado por la sanitaria , el cual estima que para el año 2027 las aguas continentales no serán suficientes para dar abasto a las demandas habitacionales en la región de Coquimbo. Según la pesquisa, para este año, será indispensable incorporar una fuente de agua no continental para satisfacer la demanda futura, por lo que se hace sumamente indispensable la instalación de una planta desaladora de grandes magnitudes que pueda hacer frente a la demanda hídrica que incurren los proyectos habitacionales.
Situación que fue explicada por el propio gerente general de Aguas del Valle, Andrés Nazer, quien fue invitado por el diputado Pino a la Comisión de Recursos Hídricos de la Cámara de Diputados a explicar la grave situación hídrica de la región de Coquimbo. “Si se mantiene la condición hídrica que hemos estado viviendo en los últimos 13 años, tanto las aguas subterráneas como las aguas superficiales van a seguir disminuyendo y no será suficiente para abastecer las áreas dentro y fuera del territorio operacional. Nosotros pronosticamos que hacia el año 2026 o 2027 será absolutamente necesario incluir fuentes que no sean aguas continentales, particularmente que vengan a través de la desalación”,
así lo destacó en conversación con Radio Riquelme.
Para este año, será indispensable incorporar una fuente de agua no continental para satisfacer la demanda futura, por lo que se hace
sumamente indispensable la instalación de una planta desaladora de grandes magnitudes que pueda hacer frente a la demanda hídrica que incurren los proyectos habitacionales. Para algunos parlamentarios es una realidad que se veía venir desde hace tiempo. Pese que desde el principio el Gobierno actual se mostraba reacio en avanzar hacia la desalación, se ha podido ver un cambio en ese discurso y esto es porque se dieron cuenta de la magnitud del problema que tiene la región y el país entero”. “Cuando se habla de crisis hídrica, esto no solo abarca agua para satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos, el agua es indispensable para el funcionamiento de hospitales, escuelas, la industria y algo que ahora está en peligro, la construcción de viviendas y no hablamos de viviendas realizadas por grandes inmobiliarias, hablamos de proyectos sociales que muchas veces están fuera del rango operacional de la sanitaria y que lamentablemente quizá tendrán
que esperar muchos años a su ejecución por la falta de agua”.
Ante este escenario se debe priorizar el consumo humano, fomentar una mayor cultura de ahorro, impulsar una política más audaz para enfrentar la sequía estructural y generar una nueva gobernanza del agua. Se debe priorizar el uso del agua y no concuerda plenamente con las estrategias de desalinización. “Debemos pensar, en primer lugar, que los ecosistemas necesitan agua, los ríos necesitan un caudal ecológico mínimo, las napas subterráneas necesitan tener su equilibrio para que no se agoten. En segundo lugar, debemos garantizar el derecho humano al agua y, en tercer lugar, tenemos que tener un desarrollo económico productivo en los límites de la naturaleza. Lo que se está discutiendo ahora con la desalinización es que como agotamos los ríos y las napas, ahora vamos a buscar agua al mar.