Es uno de los buques científicos más modernos del mundo. El “Cabo de Hornos” partió a una nueva misión científica al norte de Chile. La idea es tomar muestras de nuestro océano para medir oxígeno y otros componentes, y determinar también cuánto ha cambiado la temperatura en la zona.
El buque cumple seis años de operaciones al servicio de las ciencias oceanográficas de Chile. Según el capitán de fragata José Cabezas, comandante del Buque Cabo de Hornos, el navío tiene como misión: “Estudiar todos los fenómenos que ocurren en el océano y su interacción con el medio, temperatura, salinidad, corrientes y las consecuencias que ello trae”.
El buque tiene un peso de 1.261 toneladas y una inversión de 65 millones de dólares. Su dotación se divide entre personal uniformado y científicos de universidades y centros de estudios que analizan nuestras aguas.
Para el ministro de Defensa, Alberto Espina, el Cabo de Hornos: “Es el equivalente al doctor que diagnostica en qué situación se encuentra el paciente que son 3,5 millones de kilómetros cuadrados de mar“.
La labor del navío es una cooperación entre la Armada, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Ciencias, y dentro de sus hitos está haber colaborado con la búsqueda del submarino argentino Ara San Juan y el hallazgo del Vapor Itata, un barco nacional que naufragó en 1922 en la costa de Coquimbo y al que denominaron el “Titanic chileno”.
Su aporte científico ha sido de tal magnitud que fue posible detectar los efectos del calentamiento global en nuestro océano. Humberto González, doctor en oceanografía y encargado de la mesa de Criósfera-Antártica de la Cop25 adelantó que: “Tenemos información que necesita ser procesada pero que está demostrando que hay cambios importantes. Sobre todo en la parte oeste de la península antártica estamos viendo un calentamiento inusual extremadamente alto”.
La información recopilada en esta travesía será de gran importancia de cara a la cumbre por el cambio climático que se desarrollará en Chile en noviembre próximo.