La Fundación Impulso Docente destaca el foco en aprendizaje socioemocional, el uso de tecnologías, la colaboración entre pares y comunidades educativas, el involucramiento de las familias y también la capacidad de innovar.
Desde que partió la pandemia, se ha levantado evidencia nacional e internacional contundente sobre sus efectos en los aprendizajes y en el bienestar de los estudiantes, lo que ha su vez ha generado un acuerdo transversal sobre la necesidad de retomar la presencialidad en las salas de clases este 2022.
Pero junto con priorizar este enorme desafío surge otro: incorporar todo lo aprendido durante la pandemia y mantenerlo en el tiempo.
“Muchas comunidades educativas han demostrado una voluntad y capacidad de innovar excepcional, haciendo todos los esfuerzos para adaptarse y flexibilizar”, destaca Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de la Fundación Impulso Docente.
Entre los avances significativos que ha experimentado el sistema educativo, la Fundación Impulso Docente destaca cinco prácticas que se impulsaron con fuerza el 2021 y que se deben conservar el 2022.
Foco en lo socioemocional
No es que la pandemia haya vuelto importante el desarrollo socioemocional de un día para otro, siempre lo fue, pero a causa de ella el bienestar de la comunidad educativa se volvió prioritario.
“El foco en lo socioemocional sin duda es algo que hay que mantener. No solo porque no sabemos cómo seguirá evolucionando la pandemia, sino porque el aprendizaje académico y el socioemocional son parte de un mismo proceso”, señala Yuraszeck.
Agrega que “trabajarlos de forma integrada ayuda a la retención escolar y permite que los estudiantes estén más preparados para enfrentar escenarios cambiantes, tan propios en estos tiempos”.
Uso de tecnologías
La pandemia también aceleró el uso de la tecnología para el aprendizaje. El celular, las redes sociales, plataformas como Meet, Zoom, Kahoot, Khan Academy o GSuite se trasformaron en herramientas pedagógicas efectivas.
“Ahora el desafío es avanzar en tecnología y conexión para todas las comunidades educativas, pero de la mano con entregar herramientas para que los docentes y educadoras puedan incorporarlas efectivamente”, dice Yuraszeck.
Agrega que “sería interesante evaluar si en pandemia mejoró la alfabetización digital. Según el estudio “Prácticas de alfabetización digital 2020”, de la Agencia de Calidad, la mayoría de los equipos directivos y docentes en el país no tenía una noción clara ni instalada en la cultura escolar respecto de lo que son las habilidades digitales y lo que implica desarrollarlas en los estudiantes. ¿Eso habrá cambiado?”.
Compartir aprendizajes
Ninguna escuela o jardín infantil estaba preparada para enfrentar la pandemia. Y pese a lo incierto del contexto, surgieron novedosas estrategias para enfrentar desafíos diversos.
En esa línea, la directora ejecutiva de Impulso Docente propone seguir promoviendo con fuerza la formación de comunidades de aprendizaje sólidas y sistemáticas para compartir experiencias y herramientas.
“Una ventaja de lo virtual es que nos permite conectar a escuelas y jardines infantiles de territorios y contextos muy diversos. Fomentar estos espacios, el aprendizaje y la colaboración entre docentes y directivos permitirá que todas aquellas prácticas e innovaciones que se han generado escalen y se transformen en una guía o en soluciones para otras comunidades educativas que tienen dificultades”, señala Yuraszeck.
Involucrar a las familias
Se ha reiterado que la recuperación de aprendizajes será uno de los mayores desafíos del próximo año escolar, junto con restablecer las confianzas para que las familias envíen a sus hijos nuevamente al colegio en marzo, cuando se espera retomar la presencialidad de forma obligatoria si se dan las condiciones sanitarias.
“Ambos desafíos tienen algo en común, y es que las familias necesitan y deben ser involucradas en este proceso. Durante la pandemia, los apoderados han cobrado un papel más protagónico y eso es un buen pie para seguir fortaleciendo ese vínculo, y para las comunidades educativas que por diversos motivos no lo han podido hacer, es una oportunidad para trabajar este ámbito”, sostiene Yuraszeck.
En ese sentido, añade que junto con entregar recursos para que las escuelas puedan recibir a sus estudiantes de forma segura, “también es importante facilitarles herramientas concretas para que puedan trabajar la confianza con las familias de su comunidad. No necesariamente todas saben cómo hacerlo”.
Espacios para innovar
Si hay algo que la pandemia dejó en evidencia es que en el sistema educativo existe la voluntad y la necesidad de innovar, de ser más flexible y de adelantarse a los cambios en vez de sortearlos de cara al futuro.
En muchas comunidades educativas, de diversos contextos y territorios, se fueron generando de manera espontánea espacios de innovación y creatividad para sacar adelante los distintos desafíos que la pandemia iba presentando.
“Hoy estamos en un escenario un poco menos incierto, y si a eso le sumamos que los docentes y educadoras están ávidos de contar con oportunidades concretas para mejorar su ejercicio, generar espacios formales para innovar dentro de las comunidades educativas es un desafío que vale la pena impulsar”, añade Yuraszeck.