El lujo invisible de abrir la llave y beber sin miedo. En buena parte de Latinoamérica, abrir la llave y beber un vaso de agua fresca sin temor es todavía un privilegio escaso.
Mientras en países desarrollados el agua potable es un derecho básico garantizado, en nuestra región sigue siendo, en muchos casos, un lujo.Entre los países latinoamericanos, hay excepciones que destacan. Chile y Costa Rica son, actualmente, los ejemplos más consistentes donde se puede beber agua del grifo con seguridad sanitaria, especialmente en zonas urbanas.
En Chile, gracias a décadas de inversión en infraestructura sanitaria y una rigurosa regulación del agua, el suministro es confiable en casi todo el país. Por su parte, Costa Rica ha logrado una cobertura de agua potable de más del 90% de su población, con controles periódicos que aseguran la calidad del agua distribuida.
Uruguay también merece una mención. Su empresa estatal OSE garantiza agua potable segura en la mayoría del país, aunque en 2023 enfrentó una severa crisis hídrica que afectó la calidad momentáneamente. Aun así, sigue estando entre los países con mejor acceso a agua segura.
Argentina y Brasil presentan una realidad dual. En grandes ciudades como Buenos Aires o São Paulo, el agua del grifo suele ser segura para el consumo, pero en zonas rurales o en barriadas populares, la calidad puede ser cuestionable.
En ambos países, la infraestructura existe, pero las desigualdades geográficas y sociales afectan el acceso.En contraste, en países como México, Perú, Bolivia, Honduras o Guatemala, aunque el agua pueda parecer limpia a simple vista, las autoridades sanitarias suelen recomendar hervirla o consumirla embotellada, incluso en capitales. La contaminación de fuentes, la antigüedad de las cañerías y la falta de tratamientos adecuados siguen siendo desafíos persistentes.
La realidad es clara: en Latinoamérica, beber agua del grifo sin temor es una excepción. El camino hacia una cobertura total de agua potable segura requiere voluntad política, inversión sostenida y una ciudadanía informada que exija este derecho básico. Porque al final del día, el agua segura no debería ser una lotería geográfica.
