La sobrecogedora imagen del cantante británico Phil Collins sentado en una silla de ruedas, en su arribo al aeropuerto de Warsaw (Varsovia) para presentarse en un recital en la ciudad polaca, instaló un manto de dudas respecto del real estado de salud del artista de 68 años, quien en 2015 fue sometido a una cirugía de espalda por haberse lastimado las caderas. Las secuelas de aquella intervención fueron palpables al volver a ver al artista en público. “Tengo un pie caído, lo que significa que no siento nada”, recordó por aquel entonces el propio Phil.
Y hoy, a cuatro años de aquel episodio, uno de los tres cantantes pop que ha logrado vender más de 100 millones de discos en su carrera como solista y en grupo (los otros, Michael Jackson y Paul McCartney) parece tener una carga adicional a su extenuante gira de más de 15 conciertos que deberá realizar entre Estados Unidos e Inglaterra, entre septiembre de este año y marzo de 2020.
Un duro golpe para quien supo convivir entre la gloria y el éxtasis de la popularidad gracias a su participación, primero como baterista y luego como primera voz en el afamado grupo Génesis (tras el retiro de Peter Gabriel, en 1975), y luego como un prolífico solista que no estuvo ajeno a las polémicas en el peak de su éxito. Como cuando se criticó que su canción “Sussudio” tenía acordes muy similares a la “1999” de Prince, o cuando su hija Lily reveló que su progenitor no hizo nada por apoyarla en sus inicios como actriz. Un pésimo matrimonio con la madre de Lily (Jill Tavelman), que terminó a través de un fax que Collins le mandó a su segunda esposa, fue la espina de una tensa relación con la actriz. “Te perdono por no ser el padre que esperaba”, fue la más suave frase que le dedicó su hija.